Gracias Mari Carmen.
Has sido para mi, el instrumento que ofrece el cielo para cuando algo en tu vida no marcha bien, renazcas y puedas empezar de nuevo.
Gracias, Mari Carmen, por mostrar con tu terapia que nada está perdido, que nuestra vida tiene por siempre valor, un propósito y un sentido.
Ahora soy consciente que andamos a ciegas porque perdemos la verdadera esencia en el camino – el amor a nosotros mismos, el perdón a los errores de otros que han repercutido en parte a nuestra desdicha llegando a sentir por ellos cariño y gratitud. Cariño porque al fin y al cabo son almas que también necesitan ayuda y gratitud por que aún con lágrimas y dolor han formado parte importante en mi aprendizaje, y por qué no, también seguramente que llegará a ti.
Gracias por dedicarte a nosotros, a los que acudimos a ti rotos, con el corazón a trozos y el alma anulada, sin esperanza de coger el tren de la vida con ilusión y sonrisa, desgastados, cansados… Tu como una amorosa madre llena de paciencia y dulzura nos levantas del suelo con tus bondadosos brazos y nos enseñas la verdadera vida anulando cualquier monstruo que nos esté acompañando.
Gracias y un millón de gracias por ser instrumento de mi Dios.
Loles