Mi experiencia con la regresión ha sido fantástica por todo lo que me ha aportado.
Deseo haceros participes de lo que he experimentado, porque las vivencias no han de quedarse quietas, tienen que “vivir” y hacer que otros gocen con ello.
Mcarmen Miravete, mi terapeuta, estaba sentada a mi lado guiándome en los pasos que estaba dando. Yo, tumbada, cerré los ojos y comencé a escuchar su dulce voz entonando las palabras necesarias para que me relajara. Fue como entrar en un descanso muy placentero, mi cuerpo descansaba, mi mente dejaba sus pensamientos atrás, comencé mi regresión.
Me vi en un paraje mío, sólo mío, sentada en una piedra de pizarra enorme, un lago tranquilo que se llenaba de una cascada limpia, y alrededor naturaleza virgen. La sensación de paz era curativa, no era necesario que hubiese nada más. Descansé y retomé el curso de mis necesidades. Me vi mis pies, grandes y algo peludos. La voz me llevó a verme a mi misma… Era un hombre de mediana edad, mi vida se desarrollaba en
África en un poblado tranquilo. Experimenté diversas sensaciones con él, pero lo que fue maravilloso fue contemplar el atardecer, sentado en la inmensidad de la sabana con una paleta de rojos y azules sólo para mi. De esa vida tengo que aprender a ver la soledad desde otro prisma, a observar la simplicidad de todo, a no tener prisa ni querer hacer todo perfecto. Ha sido una gran lección.
Me fui a otra “lección” que aprender, edificios grandes, de estructura diferente, vacíos, era extraño, ¿yo no era nada… o si? Si, siempre soy algo, algo importante, algo que me ayuda a mejorar mi salud y mi personalidad. Aprendí de esta experiencia cosas que sin duda usaré en mi día a día. Continué con mi regresión.
La voz de mi guía me ayudaba a seguir en mi camino, en mi garganta sentía luz que se hacia camino por salir, Mcarmen preguntaba a mi ser interior con mucho cariño y paz lo que yo, momentos antes había pedido saber. Las incógnitas que deseaba descubrir de mi vida, eran contestadas. Durante unos instantes sentí una oleada de calor increíble, yo era un latir, las palabras salían de mi boca, de mi interior, sentí diferentes cosas, pena, tristeza… otra ola de calor, mi cuerpo latente, después… confianza, mi ser interior confiaba, e incluso creo que tenia un punto irónico… (eso es apreciación mía), al final tenia la sensación de que si hubiese seguido hubiésemos reído un rato.
La regresión llegaba a su fin, la voz de Mcarmen, mi guía, me guió o me llevó o me acompañó con toda la tranquilidad a mi vida como María, poco a poco me levanté y sonreí.
He aprendido y disfrutado de cada segundo de esta nueva experiencia, con ella se abre un mundo para mi.