«El día que decidí empezar las regresiones con Mari Carmen Miravete, iba con un poco de aprensión, creo que todo el mundo la siente cuando abre una puerta nueva y explora.
La elegí por su formación, por tener un nivel especialmente experto en psicología clínica, porque consideré que en tanto “iban a trabajar con mi inconsciente”, podían salir cosas que podían desestabilizarme y no quería dejar mi estabilidad psíquica en manos de cualquiera, ni siquiera de un psicólogo de formación normal. (Había tenido una experiencia perturbadora con un “experto en hipnosis”, donde había perdido completamente la conciencia durante casi dos horas.. y tenía muy claro que quería a alguien que no me hiciese perder la consciencia y que respetase mis deseos).
Fue un gran acierto, no sólo porque esa estabilidad estuvo bien cuidada en todo momento. Sino también, por el enorme caudal de aprendizaje que recibí y que en otras manos bajo ningún concepto hubiera podido procesar.
Además, para mi, Marí Carmen Miravete, es una persona con una experiencia única, la de haberse curado a si misma, de una enfermedad considerada incurable por los médicos. Por ello pude darle un plus de confiabilidad en su técnica que no hubiera podido dar a ningún otro especialista.
Siempre me sentí muy cómoda con ella porque es una persona extraordinariamente cálida. A nivel terapéutico, te va dando la información poquito a poco de tal manera que puedas ir asimilándola.
Como ejemplo de lo que viví en las regresiones, comento que visité unos 10 escenarios en regresiones con ella. Las regresiones son muy “simpáticas”, porque realmente no tuve que hacer nada para entrar en ninguna forma de trance, en un estado de completa consciencia. Comienza con un “háblame de lo que te molesta o te duele, por ejemplo” Y empiezas a hablar y va dándose forma todo. Poquito a poco vas hablando como “más despacio, con mayor nivel de relajación y profundidad”, y ahí es cuando realmente entras en regresión. Te sientes completamente segura.
Algunas fueron realmente sorprendentes como cuando sentí que era un profesor mayor y gordito, en un sitio como Hungría y unos militares entraban en mi casa, y se llevaban a mis hijos en una especie de carro cerrado y a mi me mataban. Esa escena fue especialmente válida para mi porque para mi fue completamente inesperada.
Le comenté que habían llamado a la puerta y ella se levantó, fue hacia la puerta e hizo que llamaba. Entonces, yo sin control consciente alguno, sentí pánico y grite “Nooo, otra vez noooo!!!!”. Ella te enseña técnicas para liberar esa energía que quedó ahí (de miedo, de dolor, de pena, de lo que sea) y tu sales de la clínica renovada y como “más limpia”. Al menos esto es lo que a mi me pasó.
En una de mis regresiones visualicé muy brevemente una luz violeta que bajaba del cielo. Esto para mi fue muy “visual”, muy sorprendente, pero no pude continuarla.
Casi un año después de este trabajo terapéutico con ella, he evolucionado como ser humano, y he aprendido una serie de cosas de tal manera que considero que posiblemente ha sido la mejor inversión de mi vida. No la cambio por nadie.»