Mi experiencia en la terapia de vidas pasadas ha sido increible, algo interesante, una vivencia que ha cambiado mi vida presente y seguramente mi vida futura.
Me costó llegar a ella, por diferentes motivos, falta de conocimiento de lo que es una terapia de este tipo, económicos, miedo al dolor del alma… Pero las cosas pasan para que podamos crecer, sanar, vivir y gozar plenamente de todo lo maravilloso que hay a nuestro alrededor y podernos enfrentar a nuestras dificultades y a las que nos impone la vida.
Mi vida ha sufrido altibajos, eso es normal, nos pasa a todos, el problema era que todo mi malestar, mi dolor, mi inseguridad y pena provenía del ambito familiar, me estaban llevando al limite de mis fuerzas, la situación era insoportable, hasta que ya no pude más y simplemente me fundí como una bombilla, tube un corto circuito que me hizo ver la luz: necesitaba ayuda y urgentemente.
En mi historial médico está escrito muy claramente entre otras dolencias la artritis una enfermedad dolorosa, me costaba muchísimo andar, todo movimiento era un esfuerzo sobrehumano, trabajar no me costaba porque me concentraba, pero había días que no podía con mi alma, me veía con cincuenta años en una silla de ruedas, incapacitada, perdiéndome infinidad de cosas maravillosas porque estaba impedida y la medicina no me había mejorado un ápice.
En mi primera sesión con mi psicoterapeuta, Mcarmen Miravete exploté y lloré, lloré mucho al escucharme a mi misma relatar mis dolencias, físicas y del alma. Al escucharme decir que casi no podía andar, que apenas me mantenía en pie, era un esfuerzo agacharme, entre otras cosas. Enfrentarme a tantas cosas fue duro, más duro de lo que se puede plasmar, es el dolor que conoce el que lo siente.
Comencé la terapia de vidas pasadas con mucha ilusión con ganas de sanar con necesidad de liberarme de ese vínculo, ese cordón umbilical dañino que me ahogaba, que me estaba destrozando mi vida , mi relación con mi pareja, mi relación con mis amigos mi relación conmigo misma. La unión toxica a mis padres estaba dañándome cada día, porque mi dolencia estaba unida a ellos. Era el momento de cortar de un modo sano esa relación dolorosa.
Mi experiencia de terapia de vidas pasadas, fue increíble, una experiencia extraña porque no estamos acostumbrados a este tipo de terapia, peculiar, porque cuando cierras los ojos se esperan cosas muy extravagantes, pero no es así para nada, yo creo que eso depende de la vidas pasadas de cada uno, describirlo es difícil y personal. Llegué a la consulta un martes con mi andar dificultoso pero muy bien disimulado, y salí de ella con una ligereza increíble, caminaba como hacia mucho lo hacia, no al ciento por ciento pero si al ochenta por ciento y eso para mi era un sueño, poder bajar las escaleras sin tener que agarrarme a la barandilla, no cansarme del paseo, yo caminaba como si fuese la primera vez que lo hacia, tenia ganas de gritar ¡puedo andar!, fue un subidón de adrenalina, pensé que era algo puntual, algo momentáneo, un efecto de la terapia, que al día siguiente pasaría, pero no fue así, al día siguiente caminé sin esfuerzo ni dolor y así caminé al día siguiente, y al otro y al otro y al otro…
Para mi ha sido un maravilloso cambio en mi vida, tengo días mejores y días peores, pero soy feliz, sé que puedo pasear, ir en bicicleta, aprender a patinar… también se que tengo que seguir trabajando mi interior y superando muchas heridas y terminar de cortar vínculos pero a día de hoy la perspectiva es de otro color, ya no son tonos grises, es un arco iris increíblemente brillante.
Espero que mi experiencia personal ayude a creer en que se puede, en que se sana el cuerpo y la mente, a que somos más que simple materia, porque estamos hechos de carbono y felicidad.
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